viernes, 24 de mayo de 2013

Fin de la temporada

Ya hacía unos días que no salía al campo. El dos de mayo fue el último y, tras la larga temporada de lluvias de marzo y los calores de abril, la tierra estaba ya seca, pero la vegetación exuberante, que en muchos sitios no deja andar por el campo. Ya no había muchos espárragos, pero en una umbría, cercana a la Vereda de la Canchuela, con acebuches, arbustos y hierbas altas, todavía pude coger algunos. El quince de mayo, día de San Isidro, fui de nuevo, esta vez con la intención de ver algunos de los lugares que quiero enseñar a unos amigos próximamente, al oeste de  Alamiriya. Visité primero las canteras.






La retama está en plena floración.



Es un paisaje de dehesa, donde pasta ganado caballar y vacuno. En la dehesa se alternan zonas libres de arbolado, donde hay más pasto, con otras donde conviven las encinas con los acebuches y el monte bajo, que se limpia cada pocos años.




Estas dehesas constituyen el pie de monte de Sierra Morena, el contacto entre ésta y el Valle del Guadalquivir, con numerosos arroyos, que todavía llevan agua.


Camino de otro de los lugares que quiero ver, me encuentro con un manantial, hoy abandonado, casi oculto por una higuera loca, con restos de alguna construcción en su entorno.



En la ribera de los arroyos la vegetación hace que en ocasiones se haga inaccesible el acceso al cauce.

En estos bosques de ribera todavía nos podemos encontrar con alguna parra silvestre, que por distintas causas se ha convertido en una especie en extinción (en esta publicación se puede profundizar sobre su situación), en este caso entrelazada con un acebuche, que nos muestra su trama.



Llego a mi destino, aguas arriba del Arroyo de La Jarilla, donde un muro de sillares de calcarenita encauza el arroyo en su margen derecha.

Más arriba, a pocos metros, el cauce del arroyo se interrumpe con otro muro, que hace de presa, éste de más potencia, tanto en altura como en anchura.




El paso del tiempo lo ha deteriorado y en su parte central, en su coronamiento, ya ha perdido varias hileras de sillares, dejando ver su estructura de cimentación.

Está colmatado de tierra y lo que un día debió ser un pequeño embalse es hoy un área de pradera, llana, entre laderas arboladas.


Seguimos nuestro paseo y junto a otro arroyo encontramos este nacimiento de agua, con una alcubilla y dos piletas, cuyo uso supongo que sería de abrevadero, también ya en estado de abandono.



El lugar está presidido por un gran acebuche, al que ya me referí en otra entrada.

Durante este paseo pude coger algún espárrago en las zonas más frescas y al final de la tarde junté un manojo, con el que nos cenamos una tortilla en casa. Doy por concluida así mi temporada de espárragos, que ha sido especialmente larga y fructífera, que se ha alargado desde octubre a mayo, y de la que en una próxima entrada contaré algunas curiosidades.













2 comentarios:

  1. Bonito artículo. Nos acerca a la naturaleza y nos muestra el patrimonio que en muchas ocasiones tenemos descuidado. Cordiales saludos. Juanjo.

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  2. donde ahi esparrageras cerca de el ejido

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